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Historia



Crónica de un rector

El Colegio de León se estrenaba en octubre de 1959, continuando el curso iniciado en Carrión de los Condes. Pero al mismo tiempo era ya veterano, con la solera que posan en las instituciones los años. Con 105 a la espalda, la tradición del veterano Carrión sirve de plataforma al esfuerzo de la adaptación leonesa.

¿Qué es este Colegio de jesuitas?.. Principalmente colegio de vocaciones, para su orientación y cultivo. Creemos firmemente en la vocación infantil y juvenil: esa llamada de Dios a unos pocos para una realización directa y plenaria del ideal evangélico. El internado con capacidad para 250 alumnos con deseos de pertenecer un día a la Compañía; y un cupo de puestos -hasta los 400- para otros muchachos externos o mediopensionistas, sin estas disposiciones vocacionales, comprometidos a llenar el nivel de formación del internado.

Se estrenaba esta fórmula abierta, más en consonancia con las aspiraciones fronterizas de la pedagogía jesuítica. Desde 1954 todos los alumnos del colegio hacían sus estudios completos del bachillerato oficial. El nivel del colegio seguirá exigiendo unas cualidades del carácter, intelectuales y religiosas no corrientes, cuya vida es una vocación para algo grande. San Ignacio expresaba su pensamiento así: ..De los que solamente son al presente estudiantes saldrán con el tiempo diversos: quién para predicar y tener cura de ánimas.. quién para el gobierno de la tierra y administración de la justicia, quién para otros cargos». A la Compañía le urge la formación de hombres que, en cualquier campo, llenen la misión de exigencia actual; la formación del futuro apóstol y del futuro seglar que por su espíritu y ciencia sean instrumentos útiles para la Iglesia y para la Patria.

Y llegó el momento histórico de pasar a León, elegido en el área amplia del noroeste de España, y sede de la provincia jesuítica del mismo nombre. Esta ciudad había pedido su colegio, y la Compañía se lo ha dado en unas disposiciones óptimas. El proyecto se convirtió enseguida en obra de interés social. Este es el Colegio actual de vocaciones, en León.

Los alumnos fundadores eran 273 en total, procedentes de los diversos territorios de la provincia de la Compañía: Galicia, Asturias, León, Zamora y Salamanca. y la Compañía se ha volcado con este colegio. Para un número que irá muy gradualmente, y en conformidad de méritos y no de capacidad para abonar una pensión, aumentando hasta 400 aproximadamente, la Compañía ha dedicado a 21 profesores educadores, y 3 directores espirituales; todos con sus títulos y grados correspondientes. Su mérito en la educación integral de estos muchachos consiste en la dedicación durante doce horas a lo largo de la jornada, a la formación de éstos a los que se exige mucho por suponerles capaces de soportar esta exigencia. Queremos forjar al hombre en lo natural para preparar la estructura en que la vocación pueda apoyarse. Esperamos que un buen número de es. tos alumnos pasarán a las filas de la Compañía de Jesús; los demás, troquelados en espíritu de trabajo y austeridad de diversiones, harán rendir al máximo ese acopio de virtudes familiares que todos traen, y que son las que hacen posible nuestra eficiencia. De nuevo citamos a San Ignacio: «y finalmente porque de los niños se hacen los grandes, la buena educación en vida y en doctrina de éstos, aprovecharán a muchos extendiéndose cada vez más el fruto» J (Const. Parte IV).

Los datos aportan estas cifras de la cosecha -en vocaciones- del colegio apostólico de Carrión, y ahora León. Son .721 los que han pasado al Novicia- do. Hoy el 75 por ciento de profesores de la Universidad Pontificia «Comillas» -y pasan del 40 por cien de la totalidad de la provincia S. J. de León provienen de este centro. Muchos presentes en el acto inaugural, y entre ellos, el leonés de Riaño P. Ángel Tejerina, Provincial. Ellos han llevado el peso del apostolado en los campos misioneros de Anking. Formosa, Filipinas, Cuba. Santo Domingo. Puerto Rico; y las 3 grandes provincias del Brasil: Goyana. Minas Gerais, Espíritu Santo confiadas entonces por el P. General, a nuestra provincia.

Esta es nuestra historia, y en León hemos empezado a escribir nuevos capítulos.

Luis Pardo S.J. Santiago, marzo de 1986

Primer rector del Colegio



Día y memoria

Fragmento de las palabras del P. Rector, Joaquín Barrero s.j., en su saludo a los antiguos alumnos y profesores con motivo del 25 aniversario del colegio (31 de marzo 1986).

El proyecto era sencillo en los números que se barajaban, pero amplio en la calidad de resultados que se querían adivinar. Un Colegio de orientación vocacional hacia la vida religiosa; en sus 250 plazas de internado, con un resto de 150 plazas destinadas a alumnos externos, comprometidos con una esmerada línea formativa en sus dimensiones humana y religiosa. Siempre como cota máxima 400 alumnos.

La Compañía de Jesús planifica con esperanza dicho proyecto, como se demuestra de los 21 profesores jesuitas y 3 PP. Espirituales que destina a este centro para atender a los 273 alumnos que tiene el Colegio en sus inicios. Alumnos a los que dirá el P. Luis Pardo, Rector que inaugura el Colegio: «se les exige mucho, por su- poner les muy capaces de soportar esa exigencia».

Son ya 148 los jesuitas que a lo largo de estos veinticinco años han dejado aquí su entusiasmo y trabajo. Pero son aquellos, los de los primeros años, los que han dejado una impronta. Ellos soporta ron el peso de unas circunstancias muy difíciles, que vistas desde la actualidad tienen aureola de heroísmo. Circunstancias difíciles por condicionamientos externos: edificio, aislamiento físico. de la ciudad, precaria economía... Circunstancias difíciles por condicionamientos internos, ya que en esa suplantación de objetivos que los vaivenes del tiempo traen consigo, a la reciente inauguración sigue muy pronto lo que podríamos llamar etapa de transición, incentivada por una vanguardia eclesial, toda- vía en catacumbas, pero pronta a visualizarse en el horizonte abierto por el Vaticano II, y a nivel jesuítico por la Congregación General 31 y un nuevo generalato, el del P. Pedro Arrupe...Cuando se inician los años 70 se consuma el cambio de finalidad del Colegio. Ya no se podía.

Sostener el ambiente tradicional de escuela apostólica; optándose, eso sí, por mantener un fuerte espíritu de familia educativa en medio de un intenso cultivo cristiano. Las puertas del Colegio, semiabiertas hasta entonces a la Ciudad, se abren ahora de par en par '8,10s alumnos externos de León, de- cayendo vertiginosamente el número de alumnos internos. Como símbolo externo, ya no basta la furgoneta del H. Madrazo para traer a los alumnos de León. Se va imponiendo lentamente una también lenta caravana de auto- buses. Caen tabiques sin mayores esfuerzos, otro símbolo. Se anulan dormitorios y surgen aulas, mientras el resto del alumnado interno que todavía queda, se ve obligado a irse replegando en honrosa retirada hacia unas frías camarillas.

Es también, al inicio de esta década, agosto de 1970, cuando la Ley General de Educación de Villar Palasí va a suponer toda una modificación en la forma de planificar la enseñanza. El Colegio de los Jesuitas de León aprovecha esta ley para desde ella cambiar estructuras y organigramas: tutorías, sectores, áreas educativas, evaluaciones, etc., sustituyen a lo que podríamos llamar el antiguo régimen (sin buscar demasiados paralelismos). La incorporación del personal seglar, docente y no docente es ya una realidad. Desde el principio de su estar entre nosotros late un empeño que ha sido siempre preocupación, y que las más de las veces ha tenido un muy positivo resultado: pasar del simple rol de asalariados, al imprescindible papel de «agentes multiplica. dores». Ellos han sido objeto In- cuestionable de nuestra fe, como elementos llenos de valor a incorporar a nuestra misión. Son, fuisteis y sois, esos «auténticos laicos perfectamente sintonizados con el ideal ignaciano», a los que Arrupe se iba a referir en 1980.

La incorporación del personal seglar, docente y no docente es ya una realidad. Desde el principio de su estar entre nosotros late un empeño que ha sido siempre preocupación, y que las más de las veces ha tenido un muy positivo resultado: pasar del simple rol de asalariados, al imprescindible papel de «agentes multiplica. dores». Ellos han sido objeto In- cuestionable de nuestra fe, como elementos llenos de valor a incorporar a nuestra misión. Son, fuisteis y sois, esos «auténticos laicos perfectamente sintonizados con el ideal ignaciano», a los que Arrupe se iba a referir en 1980.

Un paso muy importante es el que tiene lugar en setiembre de 1971: la fundación de COU intercolegial. Estábamos ya afortunada mente formando equipo con las fuerzas educativas que existían en León. La lejanía se iba acortan-do. Como nuevo símbolo externo, el camino del «Cuco», embarrado y polvoriento, se convierte en camino asfaltado.

Podíamos ir, podían venir. También un símbolo. Hay, avanzando por esta década del 70, ya en otro quinquenio y con otro Rector, el P. Enrique Prieto, un cambio radical. Gracias a su tesón y al de sus colaboradores, con la efectiva participación de la Asociación de Padres, el Colegio pasa a estar subvencionado al cien por cien, expresión inexacta a todas luces, pero al menos significativa de un nuevo talante.

Junto a la Compañía estaba toda la Iglesia que desde estos instantes hace un esfuerzo gigantesco por quitar esa imagen tópica de unos Colegios Religiosos dedicados con exclusividad a las clases privilegiadas e involucionistas.

Es verdad que el Colegio de León queda ya muy lejos de los objetivos que motivaron su traslado de Carrión a León. No ha sido una traición, sino una sabia escucha a los signos de los tiempos, de esa maestra del camino de cada día que es la historia. Por ello y entre paréntesis, mi deseo de que unas Bodas de Plata no condicionen la interrogante que forzosamente, que gracias a Dios, lo por venir nos va a traer. Nuestro ser o no ser no son nuestros, sino de allá en donde sea necesario, lo más necesario, porque otros no llegan a ello. La vocación cristiana se prepara en los sitios en donde se trabaja con honradez, sin directívismos doctrinarios, pero sin anonimatos, sin sobresalto de improvisación, pero sin atar la creatividad de cada tiempo y su gente, sin hacer, pues, del futuro de una obra ni de sus moradores, un camino único, trillado...

León ha dado un giro. Pero siempre dentro de ese amplio abanico que se puede dibujar desde el pensamiento de Ignacio de Loyola, citado como profecía en el discurso inaugural pronunciado por el P. Pardo. Este era el texto ignaciano que abría el existir de esta casa: «De los que solamente son al momento estudiantes, saldrán con el tiempo diversos, quién para predicar y tener curar de ánimas, quién para. el gobierno de la tierra y administración de la justicia, quién para otros cargos, y finalmente porque de los niños se hacen los grandes, la buena educación en vida y en doctrina de éstos, aprovecharán a muchos extendiéndose cada día más el fruto».

Lo que ya no sería ortodoxo es el concretar el matiz de cada cambio desde el pensamiento de Ignacio. Lo inteligente es dejar las situaciones abiertas. No hay por qué vislumbrar todas las posibilidades. Una de ellas, sin duda no pensada en el siglo XVI, pero también en 1959 fue el hacer de este centro un Colegio Mixto. En el Rectorado de Carlos Lozano, sin embargo, se llevará a cabo. En 1980 se abre el plazo de admisiones para niños y niñas de Preescolar y Primero de EGB. Eso sí, unos años antes, para evitar equívocos el P. Arrupe en carta dirigida al entonces Provincial P. Ángel Tejerina, con fecha de 16 de setiembre de 1976, autorizaba el que ante la evolución interna de la naturaleza del Colegio-Seminario Menor de la Compañía de Jesús en León, en adelante se re denominase Colegio Sagrado Corazón, suprimiendo por tanto el título de Seminario Menor de la Compañía.

España vive una nueva situación política, al aprobarse por las Cortes en Octubre y por referéndum en diciembre de 1979, la Constitución. En ella un ambiguo artículo 27 va a admitir muy distintos modelos educativos, dependiendo, y esto dicho sin metáfora, del color con que se mire. Es lo que el P. Lozano ha llamado e.1 «primer envite legislativo» como definición de su trienio de Rector...

En junio de 1980 se aprueba la LOECE, ley condenada a la ineficacia, como se vislumbró en 1os avatares de su polémica discusión. Como ley va a: ser nula. Pero sin embargo tuvo una nota positiva para 1ª vida interna de los centros, que unifícó particularmente en este Colegio a los distintos estamentos de lo que ya iba siendo habitual llamar «comunidad educativa».

Por el imperativo de la legislación civil, (pronto será aprobada una ley nueva, la LODE, que no es el momento de valorar, a pesar de lo bonito, interesante y urgente que ello resultaría), por el impulso de la Compañía que fiel a su vocación originaria y a las directrices de sus superiores genera- les, tratan de responder a la recién nacida situación sociopolítica¡ y por la propia vitalidad que anima a nuestro Colegio se explayará un período, a partir del 81, rectorado del P. Elosúa, que si en su opinión no puede calificarse de evolución, sí puede hablarse en él, con toda verdad, de una mayor incidencia y preocupación por el logro de una Comunidad Educativa actuante. Y para ello se dieron pasos eficaces.

Pero lo más importante de la historia de un Colegio en sus 25 años, no son los cambios que la presión del tiempo va urgiendo. Lo más importante son esas generaciones que año tras año van saliendo de entre nosotros. Lo más importante sois vosotros, los antiguos alumnos. Vuestra postura, vuestra respuesta ante la vida, es lo que significa-nuestra opción por el campo educativo.

Esto de ser Antiguo Alumno de un Colegio de la Compañía no se puede reducir a un nombre romántico, Eso sería vivir de elitismo de ayer, estatuas de sal que nada significan. Hace ya muchos años el P. Arrupe formulaba así la identidad del Antiguo Alumno: «La verdadera identidad del antiguo alumno supone la asimilación del Espíritu que la Compañía de Jesús quiere comunicar a sus alumnos al ayudarles en su formación humana y espiritual, individual y social. Quiere esto decir-que el Antiguo Alumno debe ser un hombre de fe profunda y compro- metida, y de una vida personal, familiar y social ejemplar; debe de estar imbuido de un espíritu de servicio a los demás que le impulse en consecuencia a ejercitar su propio apostolado».



Nostalgia

Hoy ya no se escuchan por el camino del Cuco el pateo de las ovejas merinas, que en balido in- cesante y tintineo cascabelero, pasaron por este camino por donde hoy pasan los desvencijados coches de la Empresa Fernández. Porque sepan vuestras mercedes que el despreciable Cuco hasta hace cuatro o cinco años mordido por el tiempo y los baches, fue durante cinco siglos el camino por donde pasaban las ovejas del Honrado Concejo de la Mesta, desde las tierras de Extremadura hasta los jugosos pastos de Babia y de Maraña. Y no hace falta apretar mucho los ojos y la imaginación para ver a los pastores mesteros, con su atuendo en pelliza, unas albarcas, un perrazo y un cayado como el de las pinturas de San Isidro en su Panteón, cruzar bajo un sol canicular por donde hoy prensados a veces como las ovejas merinas, pasan nuestros alumnos cabalgando sobre cuatro ruedas.

También las alas del tiempo borraron lo que en un principio era este Colegio. Una Escuela Apostólica Vocacional. El fin principal no era hacer competencia a otros Colegios de la ciudad, como lo afirmó con potente voz el P. Céspedes, Provincial de la provincia jesuítica de León, cuando se hundió entre tintineos de piedrecitas, la primera piedra del futuro y actual Colegio. Íbamos a segar en distinto campo: en el campo vocacional; veníamos a enganchar con el anzuelo de la gracia a jóvenes para nuestra Compañía. Hoy de aquella primera intención. queda el recuerdo soñado de algo que pudo ser y nada fue sino unas cenizas frías. Hoy es un Colegio, que hace una cariñosa competencia a otros venerables Colegios, que sin duda se asomaron de puntillas para ver un Colegio nacido entre la cascajera de la zona llamada Babilonia.

Y no hace falta dar marcha atrás muy lejana en el túnel del tiempo para recordar aquellas solemnes distribuciones de premios. Una agotadora preparación de meses, para un día luminoso y alegre de Junio, en el Teatro Trianón, después de algún acto escénico, el P. Rector, escoltado por una apretada corona de profesores, bastantes, ensotanados, leía con solemne voz aquel solemne comienzo: "A mayor gloria de Dios, honor de la virtud..., se leen los nombres de aquellos que por su ejemplar conducta y constante aprovechamiento se hacen dignos...». y un escalofrío de emoción resbalaba por la columna vertebral, y una lágrima furtiva se escapaba de los ojos maternos, al ver a su hijo entre una cascada de aplausos, ser investido con una banda de seda que le cruzaba el pecho. La pedagogía moderna dice que estos aplausos enroscan un ácido nítrico de envidia en el corazón de los no nombrados..., y por eso se suprimieron las distribuciones de premios.

31 de Mayo. Mes de la diosa Venus y de la Virgen María. Mes de las flores y del estío. Durante bastantes años, aquella gruta de la Virgen del Pilar junto al actual campo de fútbol, se esmaltaba con flores naturales y silvestres; y por la tarde una serpenteante procesión de todo el Colegio, se iba acercando a la gruta en respetuoso y devoto silencio. Y los mayorones, los de Preu de entonces, hoy de C.O.U. o de 3° de B.U.P., cargaban sobre sus hombros el dulce peso de una Inmaculada en su imagen, desde la puerta hasta la gruta. Cantando en dos filas, con unos monaguillos elegantemente vestidos y entre nubes de incenso, recitaban poesías con mas voluntad que estro. y los propósitos quemados ante la Virgen crujían en cenizas de papel, que luego se dejaban formando una especie de bandera, entre la negrura de las pavesas y el álbeo mármol de la Virgen. Esto también, la moda se lo llevó todo.

Las fotografías nos los hacen revivir. Aquí están en varias de ellas ya algo ennegrecidas. Impecables en su blancura, con la limpia raya de su pelo en crenchas desiguales y los calcetines tan blancos como los zapatos: son los tiples. Los tiples que en su nacarada voz, entonaban motetes religiosos y cantos populares para celebrar a la patrona de los músicos: Santa Cecilia. Todos los años, el P. Redondo, después de largos y monótonos ensayos, presentaba a sus tiples el 22 de Noviembre ante los alumnos, sus compañeros, la comunidad educativa, y una apretada corona de familias, reunidas en el Salón de Actos. La fina voz de los tiples, y la acertada dirección del maestro Teófilo, dejaban una tempestad de aplausos, y un rosetón de felicitaciones a los actuantes. Hoy sin duda aquellos tiples serán unos venerables seño- res con alguna capa de nieve ya en su cabeza; y los cantos, también volaron en las mallas del tiempo.

Fue el cuarto ferrocarril construido en España, y el segundo de vía estrecha; el puente de sus rieles unía a León con Bilbao para arrastrar sobre las espaldas de sus vagones, el entonces «oro negro» del carbón. Durante muchos años podían los alumnos ver desde las ventanas del Colegio cruzar renqueante el ferrocarril de La Robla y Matallana, a las nueve de la mañana y a las seis de la tarde. El tiempo no se tragó al ferro- carril, se, tragó a las locomotoras de vapor, que en jadeo incesante y entre penachos de humo negro, .como el transporte que llevaban, 'dejaban su firma y rúbrica en el 'azul a veces, o encapotado cielo del Colegio. Hoy máquinas diesel remolcan a este tren de La Robla, y aún alguna vez se ve cruzar raudo como una flecha el lujoso transcantábrico; pero uno añora aquellos viejos trenes de Matallana, bufando entre nubes negras y blancas de la chimenea entre las ruedas, del vapor a presión.

Los internos 10 recordarán siempre. En una de las 12 hectáreas del Colegio se alzaba la va- quería. El H. Arrieta, enjuto como Don Quijote y dos o tres emplea- dos preparaban la leche para el desayuno de los internos. Y todos los días, sobre todo en el invierno, los internos entre las calientes sábanas y mantas de la cama, y tamién la Comunidad, escuchábamos el galope rítmico de la yegua que traía la leche para el desayuno del Colegio. Y en el silencio opaco del amanecer, se escuchaba la voz fuerte de José Bono que instintivamente lanzaba un iyeguaaa!, para arrear a la acémila. Y era curioso observar que ni él con su grito pedía más, ni la yegua con su paso aceleraba la marcha. Era un rito que ambos admitían como invariable, sin más. Los años hundieron a Bono en el cementerio, la vaquería pasó a otras manos, los internos volaron del Colegio, pero queda sin embargo en el recuerdo, el golpeteo del caballo y la voz del fiel empleado José Bono

Muchas veces sintió la Comunidad el agitado roce de los zapatos con las baldosas frías del piso superior. Eran los internos que durante luengos años, más de 15 vivieron y convivieron en el Colegio. También la marchita flor del tiempo, murió al fin cuando se cerró el internado. Pero queda un recuerdo para aquellos héroes que mil veces oyeron el penetrante silbato al levantarse, con los luceros, a las siete de la mañana; con una hora de estudio eterna después de las clases, cuando en invierno, otro lucero, el de Venus, filtraba su tenue luz por los anchos ventanales del estudio. Cuando casi a toque de clarín tenían que asistir los domingos a las seis de la tarde en el Salón de Actos del Colegio perdiendo el cuello, Cuco adelante, para llegar puntuales a la cita cinematográfica del domingo. Y sin embargo, e1 voltear el tiempo y regresar a su Colegio, terminados los estudios, una punzada de alegría y de gratos recuerdos estallan en el corazón y en los labios de los alumnos internos.

Muchos otros hechos de este Colegio se los llevó el incienso de la vida, y el pinpón del tiempo. Pero quede aquí este rosario, como grato recuerdo de nuestras bodas de plata.

P. D. Diéguez s.j., año 1986

Un recuerdo



Residencia de S. Marcos

Itinerario de la Residencia de la Compañía en León

1ª ÉPOCA. Colegio de San Miguel.

San Francisco de Borja, en carta escrita desde Lisboa, conservada hoy en el tesoro de la catedral de León, autoriza al Provincial de Castilla, P. Gil González Dávila, a aceptar la oferta del Obispo D. Juan de San Millán de fundar en León un Colegio: el Colegio de San Miguel. Este Colegio llegaría a contar con 1.000 alumnos. Su irradiación apostólica, en la ciudad, en la diócesis y en las misiones americanas, fue enorme. Allí fue escritor y profesor de filosofía el Venerable P. La Puente. El Colegio de San Miguel vivió la simbiosis tan propia de la Compañía que hace de cada centro educativo un centro de irradiación apostólica en un más amplio entorno.

La Compañía, expulsada de España por Carlos III 1767, perdió para siempre su contacto con el Colegio de San Miguel. Su iglesia es hoy la parroquia de Santa Marina. Su arquitectura y la imaginería de sus retablos proclaman inconfundiblemente sus señas de identidad.

2ª ÉPOCA. Colegio Máximo en San Marcos.

La Compañia, restaurada en 1814, vuelve a España en 1815 y se constituye en Provincia en 1823. Es desterrada de nuevo, en 1835, en el reinado de Isabel 11, y regresa en 1856. Tres años después, en 1859, la Compañía, no pudiendo conseguir alguno de los edificios deseados, y no considerando conveniente areptar otros que repetidamente se le ofrecieron, como San Lorenzo del Escorial, acabó aceptando de las autoridades de la nación el monumental edificio de San Marcos de León para "Colegio de Misiones de Ultramar ". Ese era el titulo que avalaba la cesión. El convento de San Marcos había sido la Sede Prioral de la Orden de Caballeros de Santiago para los territorios del reino de León, hasta su desahucio en la desamortización de 1835. Desde entonces había permanecido desatendido y había sufrido gran deterioro, tanto en la parte residencial como en la ig1esia. La Compañía hizo de él el Colegio Máximo para los estudiantes de Filosofía y Teología de toda la Provincia de España.

Al igual que antiguamente el Colegio de San Miguel, el Colegio Máximo de San Marcos fue un centro de notabilísima irradiación apostólica. Profesores y estudiantes realizaron en la ciudad y su entorno un vigoroso apostolado. Tuvieron especial resonancia los catecismos para los niños de la ciudad y pueblos circunvecinos. Su pedagogía catequística fue tan ejemplar, que en el Boletín Eclesiástico de Palencia se insta a enseñar "la doctrina cristiana a los niños según el método de los PP. Jesuitas en su iglesia de San Marcos en León".

Todo no duró más de ocho años. Los cursos se tuvieron desde 1860 hasta junio 1868 en que, una vez más, los jesuitas deben dejar España camino del destierro. También los de San Marcos. Entre ellos va el junior Luis Martín, (futuro General), que había llegado del juniorado de Loyola tres semanas antes para comenzar Filosofía. En sus memorias describe minuciosamente, día a día, y por horas, su odisea, el destierro y la asonada revolucionaria de León en aquellos tumultuoso s días. Dios escribe derecho con líneas torcidas: los once años en Francia del H. Luis :Martín, incluyendo los estudios de Filosofía y Teología en Poyanne, aportaron muy significativos valores al futuro General. Pero los jesuitas no volvieron más al edificio al Convento de San Marcos. Los Jesuitas tardarían 50 años en regresar a León. En 1875 el Gobernador negó al Ayuntamiento el permiso pedido para derruir el edificio.

3ª ÉPOCA. La Residencia y la Curia.

El regreso de los Jesuitas a León está íntimamente vinculado al nacimiento mismo de la Provincia de León, erigida el 2 de febrero de 1918 por el General P.W1odimiro Ledóchowski. Se hizo desmembrando de la Provincia de Castilla todo el cuadrante peninsular noroccidental. El General indicó al Provincial de Castilla P. Enrique Carvajal, que iba a quedar como Provincial de León, que no sería decoroso que una Provincia con ese nombre, y una historia tan significativo en el pasado, estuviese ausente de León. El Obispo, el Cabildo de San Isidoro y las 11 fuerzas vivas " de la ciudad, lo venían reclamando apremiantemente desde hacía años.

El dinámico Provincial, -que llegaría a ser tres veces Provincial, dos veces visitador, y Secretario de la Compañía- añadió esa sugerencia del General a su lista de prioridades al estructurar la naciente Provincia. Sus líneas maestras, tal como informaba razonadamente al General eran, además de construir una Curia en Palencia (cosa que inició urgentemente), sacar el Noviciado de Carrión a una ciudad, dejando Carrión para Escuela Apostólica o para centro de Enseñanzas Agrícolas, y traer de Oña a la Provincia los estudiantes de Filosofía y Teología, construyendo para ellos un Colegio Máximo en Comillas. Efectivamente, comenzó el Noviciado en Salamanca, reservó Carrión para Escuela Apostólica de futuros Jesuitas y adquirió la finca y convento de Celorio para Casa de Ejercicios, al ser inviable su construcción en Oviedo. La construcción del Colegio Máximo junto a la Universidad Pontificia de Comillas se vio impedida por la expulsión de la Compañía de España en 1932, por la contienda. civil de 1936-39, Y por la guerra mundial del 1939 a 1945.

Carvajal emprendió sin demora el establecerse en León. La acogida que el Obispo D. José Álvarez de Miranda, dispensó al Provincial el 12 de Mayo de 1918, apenas dos meses después del nacimiento de la nueva Provincia, no pudo ser más alentadora. El Obispo, considerando las opciones posibles, avanzó su intención de confiar a la Compañía el edificio y templo de San Marcos, cuya propiedad esperaba recobrar, ya que tenía entablado un bien fundamentado recurso a la Dirección General del Patrimonio del Estado en 1916 hacía ya dos años. De momento, cedió a los Jesuitas el uso de una capilla de la Catedral para su culto y ministerios. El Provincial aceptó y, un mes después, el 12 de junio, informaba al General que ya estaba instalada en León una comunidad de ocho jesuitas en una casa alquilada (Guzmán el Bueno, 1)

Pero era una solución muy frágil, por incómoda. y distante: duró ocho meses. El 13 de enero de 1919 escribe de nuevo el Provincial al P. Ledóchowski pidiendo su autorización para aceptar el usufructo perpetuo de W1a iglesia mozárabe, de tres naves, en el centro de la ciudad: San Salvador de Palat del Rey. Su nombre evoca sus orígenes palatinos: es un pequeño templo alzado sobre el preexistente del monasterio fundado por Ramiro 11 (931-950), junto a su palacio, para su hija la infanta Dª Elvira. Los vestigios de la primitiva construcción están siendo hoy objeto de una cuidadosa excavación y conservación. Para acercarse al nuevo templo, la comunidad se traslada en marzo de 1921 a una casa frente por frente a la iglesia de Palat: calle Conde Luna, l.

No tuvieron éxito entonces las gestiones que el Obispo y la Compañía hicieron para que se reconociese a la Iglesia de León la propiedad de San Marcos. El edificio estaba muy deteriorado. Lo habían ocupado los Escolapios de 1879 a 1892, año en que es cedido, en su mayor parte, al Ministerio de la Guerra para depósito de sementales del ejército. Otra parte, con la Casa del Peregrino e iglesia, se cede al Ministerio de Educación. No se llega a solución alguna en el pulso entre el Obispo y el Gobierno. Así pasan los años hasta que en 1932, la 2º República disuelve de nuevo a la Compañía, impide la vida comunitaria, y se incauta de todos sus bienes. Fueron trece años de apostolado en la Iglesia de Palat del Rey (declarada aquel mismo año, 1932, Monumento Histórico-Artístico) y domicilio inicial en Guzmán el Bueno 9, seguido por once más en Conde Luna, l.

Durante la dispersión, 1932-1937, la casa. de la comunidad jesuítica fue toda la ciudad. Los leoneses rivalizaron en acoger a los Padres y Hermanos, hasta que pudieron formar el " coetus legionensis". Nombres que no pueden olvidarse son, entre otros muchos, D. Pedro Martín Escudero (al que 1a Compañía pudo mostrarse agradecida por esta y otras larguezas, recibiéndole en la enfermería de la Casa de Salamanca desde su viudedad su fallecimiento, con 100 años cumplidos), D. José López, D. José Botas, el Seminario Diocesano, los PP. Josefinos y Capuchinos, y la Real Colegiata de San Isidoro.

Recobrada la libertad de vivir comunitariamente, la Residencia no pudo volver a la casa de Conde Luna estaba pendiente un recurso del Obispo entablado en 1935 contra las autoridades republicanas, alegando que esa casa la había comprado él en junio de 1931 y, por tanto al ser expulsadoss de ella los jesuitas no eran propietarios, sino inquilinos, por lo que la casa había sido abusivamente incautada. Así es que los Jesuitas restablecieron en 1937 la Residencia en la calle Pablo Flórez, 14; de allí pasó al año siguiente a Daoiz y Velarde, 14, donde había de permanecer dos años. El 1 de abril de 1939 son devueltos a la Compañía, con acta notarial, los bienes incautados en 1932, y en 1940 consiguen retornar a Casa de Conde Luna, que para entonces ya había comprado la Compañía. Allí siguieron 13 años.

El Obispo D. Luis Almarcha el 18 de setiembre de 1953 nombra Rector de la iglesia de San Marcos al Superior de la Residencia. Los Jesuitas, para acercar su vivienda a San Marcos se trasladan a la calle Suero de Quiñones, 7. Y, finalmente, fue en mayo de 1955 cuando llegó la Residencia a su emplazamiento ideal: la hermosa Plaza de San Marcos , frente por frente de la iglesia. Esa es la Residencia que acaba de cerrarse.

Hasta aquí el hilo del itinerario de la Residencia que ahora se deja. No es de este lugar el narrar las vicisitudes de las negociaciones entre el Sr. Obispo y los organismos gubernamentales acerca del edificio e iglesia de San Marcos. El acuerdo que pone punto final al complicado negocio se firma entre el Obispado de León y el Instituto Nacional de Industria, el 7 de febrero de 1964. El Edificio, suntuosamente restaurado, es el actual Hostal de San Marcos. El templo, también muy remozado, confiado al Obispo, sigue abierto al culto, y en él han ejercido su ministerio los Jesuitas desde 1953 a 1996.

La Curia y la Residencia

La Curia de la Provincia de León, se estableció en Palencia el 27 de diciembre de 1919, menos de dos años después de nacer la nueva Provincia. Allí siguió hasta la disolución de 1932. De 1932 a 1936, fue una Curia en dispersión. Al regreso de las Comunidades a España, la Curia estuvo dos años (1937 y 1938), en Valladolid (Colegio de San José). Regresó a Palencia, su sede original, en 1939, y cuando la provincia civil de Palencia es separada de la Provincia jesuítica de León para integrarse en la Provincia de Castilla, la Curia de la de León se instala, en su actual domicilio. Por cuestión de espacio residencial, parte de los miembros, sin estar integrados en la comunidad en la Residencia, gozaban de su hospitalidad ya que Curia y Residencia distaban poco más de 100 m.

Al fusionarse las Provincias de Castilla y León en 1989, la Curia de la nueva Provincia de Castilla fija su sede en el domicilio de la Curia preexistente en León. El 6 de octubre de 1993, transferidos a otras Casas los beneméritos Padres y Hermanos de la Residencia, la Comunidad de San Marcos queda constituida por miembros de la Curia. Recientemente, el 30 de agosto de 1996, suprimida canónicamente esa Residencia, se abandonó la casa de Plaza de San Marcos. Desde entonces, agotando la capacidad de alojamiento de los pisos de la Curia (Avda de José Antonio) y acogiéndose temporalmente a la hospitalidad del Colegio para los demás, el grupo de curiales espera poder ocupar la nueva Curia que será terminada hacia la Pascua de 1997.

Estas notas se han limitado a seguir la peregrinación de la Residencia por diversos domicilios hasta su supresión. No es la historia de la Residencia. La labor apostólica, fecundísima, de los miembros de esa Residencia, tanto en el templo como fuera de él y en obras nacidas por su mediación o colaboración, rebasa, con mucho, el interés de estas notas ocasionales.